En el Neolítico el hombre construye monumentos para cumplir con el culto a los muertos y la divinidad. Tal es el caso de la piedra alzada que recibe el nombre de Menhir y representa a un antepasado, es decir, su función era la de fijar el alma de un muerto, como una especie de refugio para las almas errantes. La piedra significa el mundo no físico de los muertos, pero al ser extraída de la naturaleza se incluyen significados del mundo físico. Convirtiendo al Menhir en un símbolo de vida espiritual, un intermediario entre el hombre y el universo.
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